(Producción escrita en 2020, plena Pandemia del Covid)
Esta bueno empezar una reflexión con una pregunta. Me gusta la idea de interrogarme e interrogar al lector. En este caso, dispara mi pregunta, la preocupación por un momento que estamos atravesando en el país y en todo el mundo: el tránsito por la Pandemia de Covid-19.
Sobre este tema, creo que la mayoría estuvimos de acuerdo al comienzo de este año 2020, que no teníamos otra opción que quedarnos en casa para evitar que el virus se propague; y de ese modo también, permitirle al sistema de salud, público y privado, que se prepare para tal acontecimiento. Al no existir vacuna, la única protección que tenemos en mantenernos en aislamiento social, es decir no estar en contacto con otras personas para no contagiarnos el virus.
Hoy, Octubre de 2020, después de haber recorrido más de 200 días en este contexto, es difícil sostener el mismo discurso sin ofrecer dichos y hechos que ayuden a paliar los efectos de la famosa cuarentena. Sabemos que debemos seguir cuidándonos, con todas las medidas de higiene que hemos aprendido, pero también necesitamos visibilizar los cambios y las complicaciones que han surgido en el camino. Muchas personas han cambiado sus estilos de vida, están sufriendo deterioros en la economía, en la salud mental, dejaron de ver a los familiares y amigos más cercanos, dejaron de frecuentar espacios de vinculo social, no realizan actividad física, no viajan, no charlan tranquilos con el vecino; ven por los medios de comunicación solo malas noticias y no tienen certezas de cuando todo esto va a terminar. Todo ello, mencionando solo algunas situaciones, créanme que tiene consecuencias.
Otros y otras, han encontrado beneficios de la cuarentena, y claro que los hay, pero mucho se ha dicho sobre ello, “no debemos romantizar la cuarentena” o “no se enamoren de la cuarentena”. Hay muchos pensadores que han escrito sobre el encierro, y casi todos coinciden que no es bueno para casi nadie.
Ahora bien, ordenemos la información. Estamos en una pandemia que nos obliga a mantenernos adentro de nuestras casas para evitar el contagio de un virus, que en algunos casos, produce la muerte. ¿Cómo equilibramos la balanza de necesidades? Creo que con respuestas equilibradas. Debemos seguir con los cuidados, utilizando lo que hemos dado en llamar “protocolos”, para volver a realizar lo que antes hacíamos naturalmente. “La nueva normalidad” le dicen, y nunca tomamos real conciencia de tal expresión. No podemos seguir como al principio. La nueva normalidad implica ser conscientes de que hasta que exista una vacuna, necesitamos volver a realizar actividades que nos brinden bienestar psico-social útil para sobrellevar el tiempo que nos lleve recuperar nuestra vida “normal”.
Dicho esto, es posible volver a nuestra pregunta inicial, ¿es posible cambiar de opinión? Sí, claro que sí. De este, y de todos los temas que nos preocupan y nos movilizan. Sería algo así como crecer en una idea, que elaborada, cambia, y se convierte algo nuevo.